El blog de tevé de Juliana Rodriguez, todos los miércoles en Cualquiera.


jueves, 16 de diciembre de 2010

Chau que te fuiste

Por Juliana Rodriguez | Tevé

En el bloque de TV de Cualquiera, este año presentamos más de 30 series, entre estrenos, renovaciones de temporadas y repaso de esos viejos programas que por diferentes motivos está bueno volver a ver.
Como no escapamos de la compulsión de las listas, de los balances y de las ganas de que este año se termine y el que viene sea mejor, van acá nóminas de lo más caprichosas sobre lo que la ficción de la TV nos dejó, algunas cosas buenas, otras mediocres, otras imperdibles.

Tres estrenos que si no viste aún te pueden salvar del tórrido verano:

Breaking Bad. En EE.UU estrenó hace años, pero en Argentina la recibimos recién este. Buena idea, buen guión, grande Bryan Carston, el papá de Malcom, como un Ned Flanders que manda todo al carajo.
The Big C. Es algo así como la versión femenina y más reflexiva de la anterior. Laura Linney es también una docente, ama de casa estándar y de civilidad apática, que cuando descubre que tiene cáncer también manda a todo el planeta a freír churros.
Rubicon. Antes del escándalo Wikileaks, una serie ficcionalizó los vericuetos de los aparatos de inteligencia de EE.UU. Oscura, contemplativa y hasta melancólica, una de las series más interesantes del año de estrenos. Aunque la cancelaron, sin pena ni gloria.

Tres estrenos nacionales que salvaron un año pobre de la pantalla local:

Para vestir Santos. Tiene todas las marcas que ya conocemos de los productos Made In Pol-K, pero Javier Daulte y las tres chicas supieron convertirla en la única ficción con ideas, estética, actuaciones, drama y humor.
Todos contra Juan 2. El reloaded de Juan Peruggia superó la primera temporada. El guionista Gabriel Nesci probó ser un buen alumno de las mejores series americanas. Lástima el final de la productora Rosstoc y el tendal de deudas detrás.
Lo que el tiempo nos dejó. El unitario ficcionalizó historia y personajes del Bicentenario. Con algunos capítulos mejores que otros, logró el término medio de popularidad y calidad en la TV nacional, cosa rara por estos días.

Tres regresos con gloria:

Mad Men. Cuarta temporada, más cosecha de premios y más sorpresa. La mejor serie dramática de los últimos años es de época, no tiene ni una escena de acción y retrata con la misma sensibilidad una época y la historia de un hombre y su identidad.
Glee. Aunque los fans la defienden a capa y espada, tiene sus peros. Sin embargo, el regreso de los nerds que cantan pop tiene el don de ser la mejor comedia del año, construir personajes únicos y reírse de la tradición del cine de preparatoria.
Lost. Aunque algunos discrepen, el regreso y despedida final de Lost estuvo a la altura de las dimensiones de la serie que cambió la TV de este siglo. La última temporada se embarró en capítulos muertos, pero atinó al preferir centrarse en sus personajes, sus historias, su redención.

Tres decepciones o anticonsejos del año:

El prisionero. No todas las remakes de cosas buenas resultan en cosas buenas. El contexto cambia y lo que fue uan gran serie de TV de los 60 puede no serlo en el siglo 21. Con buenas actuaciones y mucha apuesta estética, El prisionero no logró convencer.
Modern Family. La anunciaron como la gran serie progre sobre el anverso de la buena familia conservadora estadounidense. Pero de tanto querer hacerse los modernos, se pasaron a mojigatos Ingalls que se hacen los pro. Además, el mockumentary mal hecho, ya no da.
Caín y Abel. En la ficción nacional, la serie no pudo. Buenas intenciones, mucho trabajo detrás, pero esquema a lo telefé: nada de humor, solemnidad y actuaciones irrisorias cuando no intentaban serlo.

Yapa:

Nos quedamos sin ver aún: The Walking Death, Men of a certain age, Misfits.
Series que deberían volver al aire ya: Felicity, Parker Lewis, Craker.