Por Juliana Rodriguez
A tono con la moda de series históricas, se estrenó hace unos días Spartacus: sangre y arena, la serie sobre el gladiador tracio que transcurre en Roma. Creada por Steven S. DeKnight (Smallville y Ángel) y producida entre otros por Sam Reimi (El Hombre araña), la serie narra la historia del célebre Espartaco, el guerrero tracio que es reclutado por los romanos y traicionado por ellos, esclavizado, vendido como un gladiador a las huestes del entrenador de luchadores, Batiatus, contra quien finalmente se rebela.
La serie forma fila y a la vez toma distancia de otras ficciones históricas como Roma o Los Borgia y también sigue el camino de películas como Gladiador y Troya. Porque cada capítulo de Spartacus es una producción de sangre, sudor y lágrimas. Sobre todo, sangre: escenas de batallas y luchas cuerpo a cuerpo, hay primeros planos de carne lacerada, miembros amputados y la misma técnica de "rocío de sangre" del filme 300. Y las escenas se terminan, siempre, con un fundido en rojo. En medio de todo, el sexo. Como Game of thrones, Spartacus promete tantas cuotas de sangre como de sexo en cada episodio, en escenas que se presentan con la misma crudeza de épocas antiguas. Andy Whitfield es el actor australiano musculoso y viril que da con el perfil, aunque no podrá seguir en la segunda temporada de la serie porque le diagnosticaron cáncer.
Miércoles, a las 23, por el canal FX.