Por Juliana Rodríguez | Tevé

La serie cuenta la historia desde que Rodrigo se convirtió en el Papa Alejandro VI. Combina una dirección de arte preciosita que hace que las imágenes parezcan un cuadro de Caravaggio, con un guión y registro actoral contemporáneos, para darle dinamismo a dos relatos: el de poder, corrupción e intrigas, y el de las historias de alcoba y las pasiones escondidas. En esa época, ambas esferas se cruzaban y el director muestra cómo lo que sucedía entre las sábanas repercutía en política. Así, sin medias tintas, la serie narra con intriga policial cuán lejos iba este clan para conservar y engrandecer su poder. Hay realismo pero no imágenes cruentas, como otros relatos de época, y una atención al detalle y a conservar la intriga del espectador que se agradecen. Irons vuelve a hacer un papel tan delicioso como el de Mi secreto me condena, y el elenco no se queda atrás: Francois Arnaud (César Borgia) es más lindo que talentoso, pero sostiene su papel en alto, aunque Holliday Granger nos deja con sabor a poco con su interpretación tibia de Lucrecia Borgia. Aun así, Los Borgia es una excelente propuesta de fin de semana.
La dan los domingos, a las 22, por Isat.
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